El sábado 7 de Agosto después de días, semanas de planear la primera salida en bici del verano junto a Luis, mi hijo mayor de 6 años, salimos cargados de ilusión y entusiasmo. Creamos un pequeño pelotón con Yago, Willy y Pablo, su hijo de también 6 años. Los niños disfrutaban como si fueran los protagonistas de un videojuego o serie de dibujitos pedaleando por el carril bici de Punta Umbría (Huelva), comentando todas y cada una de las curvas que trazábamos. Tristemente en medio de una cuesta, paraba Luis, y al desplazarse su bici hacia atrás se clavaba uno de los eslabones del plato de la bici de Willy que pasaba a su lado. Cuando le vi la herida, supe desde el primer momento que deberíamos ir al Centro de Salud para curarla y quizás para poner un par de puntos. Yo que estaba bastante más asustado que mi hijo, me sorprendió ver que sólo lloraba desconsoladamente por tener que volver a casa a pesar de la herida y tener el calcetín manchado de sangre. Por supuesto volvimos todos pedaleando y ahora esperamos retomar aquella salida fallida tras los puntos de aproximación que le pusieron aquel día.
Creo que por ahora hemos sabido transmitir a nuestros hijos el maravilloso mundo que nos rodea y el placer del contacto con la naturaleza, y por supuesto que no hay mejor manera de conocerlo que haciendo deporte y en este caso pedaleando en mtb.
Moraleja: indicar a vuestros hijos que indiquen en voz alta cualquier maniobra que realicen, no poneros muy cerca de ellos y cuidado con esos platos (si salís con ellos mejor cubrirlos).
P.D. La foto es solo ilustrativa, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.